De joven estudié hotelería y turismo, pero nunca sentí que la Universidad me preparaba para lo que quería del turismo. Decidí emigrar a los EE. UU. buscando educarme de mejor manera. Con el pasar del tiempo, decidí que la mejor manera de aprender turismo era viajando y conociendo lugares. Así que me enlisté en el servicio naval de los EEUU y viajé por muchos lugares, conociendo culturas y personas que llevaré por siempre. Al salir del servicio, trabajé para una tour operadora, y fue aquí donde todo lo que aprendí en mis viajes y todo lo que estaba aprendiendo en ese momento se consolidó en un aprendizaje real del concepto de turismo.
Después de varios años trabajando en este lugar, mi vida cambió una vez más, y como todo adulto, empecé una nueva etapa con mi pareja. Me casé, tuvimos un hijo y pasó lo que normalmente le pasa a las personas con demasiadas responsabilidades: «me fui alejando de los sueños que tuve de niño». Las necesidades familiares iban reclamando más ingresos económicos, y tuve que poner de lado el trabajo que me gustaba para dedicarme a algo distinto, pero que ofrecía más garantías para mi familia. Cada vez más me alejaba de lo que yo siempre quise hacer. Esto no sucede de manera intencional; simplemente, la vida te va llevando a estos puntos en los cuales te pierdes.
Después de intentar una y otra vez mantener mi matrimonio y mi vida laboral a flote, no se pudo más y llegó el momento más difícil de mi vida: enfrentarme al divorcio. Esto no solamente me dejó prácticamente en la calle, sino que también causó un daño emocional que me tomó años poder superar. Ya con todo esto definido y superado en mi vida, un día me senté a ver la tele, y ahí estaba algo que no había visto por más de 10 años… la Fórmula 1. Empecé nuevamente a reencontrarme con algo que no lo daba por perdido, sino que simplemente ya ni me acordaba que existía. Comenzó una nueva etapa otra vez.
Me adentré en los coches, en sus trazados, en la cultura del deporte, y un día dije: me voy…
Era hora de cumplir mi sueño. Ya no tenía excusas para no viajar, más que el miedo a hacerlo. Llamé a mi sobrino y le expuse la idea, y por primera vez, viajamos a un evento de Fórmula Uno. Cometí todos los errores posibles dentro de una planificación de viaje, y mira que yo tenía experiencia viajando por todo el mundo y había trabajado en empresas turísticas. Aún así, todo salió de cabeza: malos hoteles, malos boletos al evento, la transportación caótica y no sabíamos ni dónde comer. En resumen, el viaje fue un total fracaso. Pero cuando entramos a esa pista, todo cambió. Por fin, después de toda una vida de espera, después de ir al servicio naval jugándome la vida, después de vivir el duelo de una separación y perder todo hasta mis propios valores… por fin se cumplía algo que anhelé toda la vida.